martes, 28 de agosto de 2012

Joe Hill, el corazón de la canción protesta.


Como buen estadounidense nació en Suiza. Como buen americano recorrió el  país buscado trabajo
en la  construcción, en el ferrocarril, en todo lo que le permitiese ganar algo de dinero. Pero su visión del mundo, su conocimiento de su entorno y de los abusos cometidos por el país de las multinacionales y del marketing cambió algo en la sociedad americana: creó una brecha eterna entre integrados o contraculturales.

Se llamaba Joe Emmanuel Hägglund, pero pasó a la historia como Joe Hill, y aunque no queden grabaciones de él, fue el primer cantautor de canción protesta del que se tenga noticia. 

Su activismo sindical por toda Norte América comenzó a resultar molesto. Incluso parece que existen documentos que lo sitúan en 1911 en México, junto a la resistencia contra la dictadura de Porfirio Díaz. 

Le acusaron de cometer un crimen en Salt Lake City, con pruebas que después se demostraron inconsistentes. Le acusaron y le condenaron, permitiéndole el juez elegir entre ser ahorcado o fusilado.  

Desde su muerte en 1915, el legado de Joe Hill ha pasado de generación en generación, para los que como él quisieron que su música fuese algo más que música. Lo terrible es que apenas nadie le recuerde. Solo a Bob Dylan. Así va el mundo. 












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