sábado, 8 de enero de 2011

Eric Rohmer. Impresiones.





Hace un año conocí a una chica. Mantuvimos una tensa relación basada en inseguridades, deseos, indecisiones y atracción sexual, entre otras cosas. Luego lo dejamos mal y durante algún tiempo no entendí lo que había sucedido. En los meses que estuve con ella vi la noticia de la muerte de Eric Rohmer y pensé: ah! El de Paulin en la playa. Apunté su nombre en la libreta de cosas que bajarme. Busqué en el Emule y comencé a cliquear al azar. Este otoño pasado, una solitaria noche de Fanta Naranja y pizza, empezé a verme a mi mismo en el ordenador. O a alguien a quién le pasaba algo parecido a lo que me pasaba a mí. Y lo que es peor. La escuché a ella. A una de las protagonistas de Cuento de Verano o a la chica con la estuve saliendo. “Si yo te importara lo entederias”, dice. “Desearía que actuaras como un amigo, haces que me arrepienta, por no decir algo peor...”. Él la intenta coger de la mano y ella escapa llorando. “¿Por qué tengo que hacer lo que todos quieren?”, lamenta. “Le digo lo mismo a otros tipos. ¿Por qué tienen que imponerme su voluntad?. No quiero darle a nadie, a nadie, una sola porción de mi libertad”. Algo así me dijeron a mí. Pero cuando lo ví bajo la mirada de Rohmer, comprendí.




En el cine de Rohmer los personajes hablan. Sobretodo. Cómo en la vida, no todo lo que dicen es lo que sienten, ni expresa sus emociones. Algunas veces, no las palabras, sino el temblor de la voz, una mirada que se esconde o unos dedos que juegan con un trozo de papel, son el reflejo de las emociones y frustraciones más intimas. No importa lo que se diga. Importan muchas otras cosas. 


Inquietante fotograma de La Rodilla de Clara.

El cine de Rohmer, envuelto en sencillez y naturalismo, esconde algo terriblemente complejo: el conocimiento del comportamiento humano y, además, una propuesta moral extraordinariamente correcta. Los personajes viven en sus deseos y sus aspiraciones. Y a menudo, estas, se cruzan y se lesionan, se alejan y se rencuentran en una búsqueda constante de amplitud y serenidad.
En otra escena, la misma chica dice: “Llegué a odiar el sur, quería aire fresco, bruma, arena húmeda... un mar sin mareas es triste".

Aquí podéis ver un estupenda entrevista al director, realizada poco antes de morir.


Y en este enlance, tenéis Cuento de Verano online en versión original subtitulada al castellano.

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